sábado, 3 de marzo de 2012

VIVALDI Y LA COMPRENSIÓN DE TODO LO INCOMPRENDIDO.


6 de mayo de 1678, Antonio Lucia, hijo de Signor Giovanni Battista VIVALDI, hijo del difunto Agustín, instrumentista, y de su esposa Camilla Calicchio, hija del fallecido Camillo, nacido el 4 de marzo último, que fue bautizado en su casa por estar en peligro de muerte, por la comadrona Margarita Veronese, fue traído hoy a la iglesia y recibió los exorcismos y los santos óleos de mí, Giacomo Fornacieri, párroco, siendo sostenido por.. Así, que de ninguna otra manera, figura en el acta de bautismo de Antonio VIVALDI, descubierta en 1962.

Siendo toda su familia originaria de la tierra de Brescia, tierra de la violaría por excelencia, no resulta para nada extraño el hecho de que su abuelo se hubiera dedicado toda su vida al “…muy noble oficio de sonador”, esto es a una suerte de reparador cuando no abiertamente fabricante de instrumentos musicales. Este hecho, unido a otro de carácter mucho más cuantitativo, cual es el de tratarse del primogénito de la familia, supusieron para Antonio Lucia la certeza de poder recibir no sólo una buena vida, sino una educación de calidad, en la que obviamente el contacto con la Música tendría un papel destacado por no decir exclusivo.

La marcha en 1665, tras la muerte del abuelo, a Venecia, conlleva para la familia múltiples, a la par que importantes, cambios para la familia de VIVALDI. De entrada, su padre abandona definitivamente el oficio que ostentaba, de barbero, ya que aparentemente el cambio de estado que conlleva su matrimonio con la hija de un importante tejedor de la ciudad, le permite no obstante escalar posiciones no sólo en el terreno profesional, sino evidentemente en el personal y social.

De este manera, la llegada al mundo de nuestro protagonista se verá rodeada de la felicidad propia de las noticias bien y durante mucho tiempo esperadas. Sin embargo, la alegría no debió de ser completa ya que, tal y como se extrae del documento arriba citado, la amenaza de la muerte pende sobre el infante. Investigaciones posteriores hechas sobre la documentación descubierta a partir de 1922, acreditarán como de las propias de una afección pulmonar, más concretamente del asma, la enfermedad que puso en peligro y acompañó a VIVALDI durante toda su vida.

Estas circunstancias, obraron de manera concreta y aparentemente ordenadas para que la vida del Compositor permaneciera unida durante muchísimo tiempo no sólo a la ciudad de Venecia, sino en especial a la Iglesia de San Marcos.

De ahí, el salto cualitativo se da con el ascenso al puesto de maestro de violín en el Colegio de “La Pietá”. Este colegio, dedicado a la adopción y formación fundamentalmente de niñas, categoriza en dos las maneras de decidir la formación de las niñas. Por un lado, las niñas procedentes de la clase inferior, reciben una educación general. En cambio, las niñas procedentes de altas esferas, reciben una formación eminentemente diferencial, hecho que se pone categóricamente de manifiesto con la puesta en marcha de medidas como la enseñanza especializada de canto, coro e instrumentación, en cuyo caso específico de violín y viola inglesa, Vivaldi alcanza gran prestigio.

La publicación en 1705 de la obra “doce sonatas en trío, a cargo del maestro impresor Giusseppe SALA, le catapultan directamente al éxito. Este hecho le dota de la autoridad suficiente como para atreverse a dar el gran salto conceptual, superar el Concierto Soli, para imponer las formas del Concierto múltiple.

Posteriormente, la concesión por parte del Colegio de una serie de privilegios, entre los que destacan la disposición de una serie de días de exención de la responsabilidad de enseñar, que pueden estar dedicados a la libre formación en otras materias, llevan a VIVALDI a experimentar con éxito en el terreno de la Ópera, en el cual por otro lado llegará a obtener nutridos éxitos.

Además, al cambio de impresor musical a Ámsterdam, tendrá para nuestro autor notables ventajas, entre las que cabe destacar el no verse afectado por el más que evidente retraso que a éste respecto se da en Italia. El famoso editor musical Estienne Roger se hará cargo de esas publicaciones a partir de 1711. Se trata de su primera colección de conciertos impresos, la serie de doce, agrupados como Opus III, bajo el título de l’estro armónco constituye la que posiblemente sea la colección de música instrumental más influyente de todo el XVIII, siendo los que le aportaron definitivamente fama internacional.

Hasta VIVALDI, e incluso durante varios años de su acción musical, la técnica que más se aceptaba era la denominada Concerto Soli, esto es, un instrumento solista, a saber concertino, expresaba una composición de la forma A-B-A, en la que la repetición del tema principal por la reducida orquesta se hacía sólo a modo de acompañamiento, quedando toda la autoridad de la obra en manos del solista.

A partir de 1713, la evolución emprendida hacia el Concerto Grosso llevarán a VIVALDI a conceptualizar no ya sólo una nueva música, en la que la Orquesta no sólo deje de ser relegada, sino que adquiera protagonismo, conformando con ello la antesala de la Orquesta Clásica actual, y lanzando la Música hacia el fulgor que disfrutará a partir de entonces, una vez superadas las estrecheces conceptuales del Barroco.

Todo ello, nos lleva a poder afirmar, sin duda alguna, que VIVIALDI se encuentra entre esos casos en los que la fama alcanzó en vida al compositor.

Sin embargo, superado el primer susto, podremos conceptualizar hechos como el que hasta 1922 no se publicó el primer catálogo completo de su obra, paso imprescindible para superar traumas a los que el propio autor hubo de enfrentarse en su época, y que le llevan a no figurar ni tan siquiera en los registros históricos de la Música de la Época. Las causas, diversas. Las que se refieren a su época, hay que buscarlas en las envidias propias de aquellos que vieron en el excesivo éxito que alcanzaba el Cura Rojo (tranquilos, sólo se hacía referencia al color de su pelo, herencia paterna), con la interpretación y publicación de sus obras. Las que se refieren a nuestra época, hay que buscarlas en aquellos que, después de su muerte dejaron, o incluso se empeñaron en que pasara desapercibido, al hacer una mala translocación conceptual, cuando tacharon la ingente obra de ingeniosa superficialidad, a la par que se permitían diluir totalmente el acervo que suponían las 778 composiciones en una mera “recuperación del legado de Bach”, como ocurrió hasta el siglo XIX.

Tendremos así que esperar a la Tesis Doctoral que Marc PINCHERLE le dedica en 1913, para poder superar los criterios taciturnos que definen la obra como “repetitiva y poco variada”, para poder enfrentarnos sin tabúes ni consideraciones previas a una obra realmente ingente, cuya novedad supera lo técnico, reservando lo mejor para una ejecución pensada en renovar los cánones de la Música del Barroco Tardío, enfrentando, tal vez demasiado pronto, a los coetáneos, con un mundo musical que es la antesala de la Música Clásica tal y como hoy la conocemos.

En definitiva, Antonio VIVALDI revolucionó la música, y muchas cosas más, para acabar como dice el Commemorali de Pietro GRADENIGO, diario de la época: “El Abate Don Antonio Vivaldi, conocido como Prete Rosso, excelente violinista y admiradísimo compositor de conciertos que le llevaron a ganar hasta 50.000 ducados, murió en la pobreza, en Viena, debido a su excesiva prodigalidad.”

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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