domingo, 26 de febrero de 2012

DE LOS ÓSCARS. DE LAS HISTORIAS, Y DE LO IMPORTANTE QUE RESULTA LA FORMA DE CONTARLAS.


Y el Tiempo pasa y pasa, y, una vez más, la vorágine en la que ha degenerado nuestra vida, o más concretamente la forma que tenemos de entender la vida, nos lleva a comprobar no sin sorpresa que la única manera que tenemos de ser conscientes de la lenta, pero inexorable transición de la que somos objeto, pasa por comprobar con sonrojo cómo, un año más, nos enfrentamos con acontecimientos que tienen carácter periódico. Así, un año más, y ya van 84 ediciones, los Óscars están aquí.

Ya están aquí, y con ellos, de manera inseparable, todo ese cúmulo de circunstancias en el que se ven rodeados. La fama, la clase, la popularidad; en una palabra, el saber quién es quién en el mundo moderno, pasa inexorablemente por analizar, preferentemente en la prensa rosa de mañana, cómo ha salido de malparado cada uno de los afectados, en ésta ya ingente selva en la que se ha convertido el arte, una vez se ve sometido a los nuevos criterios conceptuales.

Porque de eso es en esencia de lo que se trata, de una redefinición de los conceptos del Arte. Si el Arte es, como parece quedar puesto lo suficientemente de relevancia, una actitud, una forma de entender la vida; exclusiva del Hombre en tanto que Especie, parece evidente que éste habrá de evolucionar conforme lo hace el propio Hombre, en tanto que es a él al que sirve. En base a esto, parece evidente que los cambios de uno, habrán de promover de manera inequívoca, modificaciones en el otro.

Por comparación evidente con las formas de arte que le anteceden, Pintura, Escultura, Música, etc. El cine ha adoptado, como en los anteriores casos, una función que le ha sido propia, y que a la par ha ido evolucionando en la medida en que las características exclusivas que posee, le han permitido rebasar a algunas de las categorías que le precedían, en eso de desarrollar funciones específicas para la Humanidad.

Analizadas la suma amplísima de características que le son propias, cuando no exclusivas, comprobamos que el compendio que resulta posiciona al cine en una posición de franco privilegio de cara a convertirse en la forma preferida de contar historias. Su definitivo carácter visual, convierte al cine en la herramienta definitiva de cara a transmitir a la mayoría, por no decir a todos, el cúmulo de avatares que la vida, en sus diferentes versiones, puede llegar a provocar. Además, la condición instintiva, acredita al cine como la única circunstancia realmente capaz de llegar a todos por igual, sin que corolarios tales como analfabetismos, y demás hechos que hacían incompetentes a otros medios de cara a satisfacer labores de formación, o de abierto adoctrinamiento, tengan en éste caso posibilidad de manifestarse. El cine es la herramienta definitiva, en tanto que entra por los ojos, y accede directamente a nuestro compendio sensible. A eso que sólo es activado por el Arte, y que en definitiva nos ayuda, según el antropólogo americano C. CARSAHHIGGA, a definir al Ser Humano a partir de la comprensión de los conceptos que le son propios, por exclusivos, tales como su posición frente a el Arte. La capacidad de pintar, de escribir, o de disfrutar ante una composición sinfónica, son cosas que nos hacen únicos. No se trata de afirmar que como especie nos origináramos de manera específica. Se trata más bien de que el proceso evolutivo nos ha ido dotando de características tan diferenciadoras, que han terminado por hacernos específicos.”

Con todos los ingredientes ya puestos sobre la mesa, no resulta para nada sorprendente enfrentarnos a la cuestión que plantea el incuestionable éxito, del cine. De igual manera, los atributos descritos, hacen fácilmente comprensible la relación de franca adoración que ha existido siempre entre el poder y el cine. Y mención aparte merece la relación de amor-odio que siempre ha existido entre éste y la Religión. Así, si bien la Religión reprobó de entrada en un primer momento al cine, al comprobar al parecer abiertamente los vínculos de éste con la transmisión de elementos propios de el maligno, no es menos cierto que rápidamente la postura se vio modificada, pasando a ser de aparente coordinación, para terminar siendo francamente colaboracionista. Así, La Iglesia más que la propia Religión, no podía dejar pasar la ingente posibilidad que el cine le proponía, y que le permitía llegar a los corazones de las gentes, sin tener que pasar por el filtro, a menudo insalvable, que ponía la mente, bien por la condición crítica del tenedor, bien porque lo iletrado del receptor hacía imposible la tarea.

Y es ahí precisamente donde la Música se cobre su tributo. Si bien el cine es el incuestionable vencedor en la carrera en pos de describir paisajes, etc. La verdad es que su función se queda corta, haciendo así imposible el cumplimiento de la misión que le ha sido encomendada, de cara a otras descripciones, tales como las que afectan a la psique de personajes, o de las realidades contextuales que les son propias.

Ahí es donde la Música, o más concretamente la Banda Sonora, da el salto de preponderancia. El binomio imagen-música, confecciona un marco expresivo de exposición al que resulta imposible abstraerse, en tanto que el compendio por ellos creado, afecta a aquello que nos hace humanos, a lo que nos hace diferentes.

Recuerdos tales como los proporcionados por grandes momentos como los de Memorias de África, Doctor Zhivago o Titánic, son inaccesibles para nuestro cerebro si no es pasando previamente por el registro musical que les es propio.

De igual manera, resulta del todo imposible recordar escenas como las de C.SHEEN en Apocalysis Now, o las de j. GHARLAN o G. KELLY.; sin acudir previamente al registro sonoro de las mismas.

En esencia, hoy por hoy es imposible separar una buena imagen, de una buena canción, que le es propia.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.


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