domingo, 9 de octubre de 2011

BELA JÁNOS BARTÓK, DE LAS EXCLUSIONES DEL NACIONALISMO, A LA BÚSQUEDA DE LAS RAÍCES EN EL FOLKLORE Y LA TRADICIÓN.


Cuando aquél 25 de marzo de 1881 la ciudad Nagyszentemykls, en las estribaciones del yaciente Imperio Austro-Húngaro; veía nacer a Béla Viktor János BARTÓK, nada hacía presagiar que nos encontrábamos ante uno de los acontecimientos más importantes de cara a interpretar la fenomenología posterior de la Música del Siglo XX, y por ende hasta la actualidad.

Una vez más, hubo de ser la especial sensibilidad de su madre, Pailona VOULIT, maestra de escuela, la que resultara vinculante de cara a que el joven BARTÓK tomara clases de piano desde los cinco años. Este despertar musical del joven culminaría a los 17 años, cuando coincide en la Academia de Música de Budapest, a donde junto con su madre había emigrado tras el fallecimiento de su padre; con el joven Zoltán KODALY, con el que comenzará una enfervorizada labor de recopilación de documentación histórica de los orígenes de su país, a partir del análisis del Folklore del extinto Imperio.

Mientras esto ocurre, el tiempo pasa, y para Europa lo hace de manera más rápida si cabe. Los incipientes y poco claros cambios que en relación a la comprensión de los países se lleva a cabo en el siglo XIX, que culminarán a principios del siglo siguiente con el desencadenamiento de la Iª GUERRA MUNDIAL, 1914-1918, fruto sin duda de lo acelerado de algunos países por repartirse de forma ambiciosa y poco transparente, los restos de los imperios. La incipiente Alemania reclama los Sudetes, y la zona desmilitarizada de la Renania. Inglaterra no puede permitirlo, o más bien el orgullo de su memoria imperial no puede permitirlo, personalizando estos sentimientos en un joven político, W. CHURCHILL, que ya apunta claras maneras, sobre todo en el terreno diplomático, maneras que le permitirán explicar a sus poco conciliadores compatriotas del “Sector Liberal”, que la amenaza de un potencial ejército de más de seis millones de almas, el potencial que hasta octubre de 1917 tiene para movilizar el todavía Zar de Rusia; constituye un peligro demasiado elevado, al que Alemania dedicará toda su atención, haciendo imprescindible la Declaración de Guerra en a medida en que las políticas de alianzas establecidas en aquél momento colocan a Rusia en la órbita de Reino Unido.

Por aquél entonces, BARTÓK es ya famoso. De la admiración que despertó en él la obra de STRUSS “Alzó Spla Zarathustra”, ahora es él mismo quien despierta la admiración de propios y extraños. Da clases de piano, ve cómo se interpretan sus obras, y recibe encargos de clientes americanos, incluso músicos de Jazz, para concebir obras para ellos.

Pero es entonces cuando se despiertan en él los recuerdos de su época de recopilación folklórica. Decide que el destino de su país pasa por la comprensión de sus raíces. Gana el Concurso de Música Nacional con la que será su única composición operística, y piensa que con ello logrará despertar en los hombres que deciden sobre el presente y el futuro de su país, la convicción de que hay que estructurar un país fuerte, alimentando para ello las bases de la Cultura, y del Arte. Todo ello en pos de devolver al pueblo el orgullo de la propia condición, lo que servirá además para mantenerse alejados de la órbita de Rusia.

Pero una vez más los intereses no son comunes, y BARTÓK se quedará sólo llevando a cabo la labor de recopilación que comenzó hace tantos años.

En medio de ello las tensiones vuelven a desencadenarse, abrumando a Europa a otra Guerra fraticida, de consecuencias incalculables, y que terminará por desengañar definitivamente a BARTÓK, el cual ha desarrollado una nueva teoría en base a la cual la evolución desde el nacionalismo, para migrar a nuevas concepciones, no sólo es posible, sino incluso recomendable.

Emigra así a EE.UU. donde tras una temporada algo complicada, consigue finalmente hacerse un verdadero hueco en el presente del epitafio de la primera mitad del siglo XX.

Muere en 1945 en un Hospital de Nueva York, el 26 de abril de 1945.

Paradójicamente, no será hasta muchos años después, cuando gracias a la activa pretensión del mayor de sus hijos, Bela, que Bela BARTÓK no podrá descansar en su querida tierra, recibiendo funerales de estado un nueve de octubre de 1988.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.






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