lunes, 15 de agosto de 2011

PALESTRINA, DEL CONTRAPUNTO A LA POLIFONÍA.



Hablar de Giovanni Pierluigi da Palestrina (Palestrina, c.1525 - Roma, 1594) se convierte en sí mismo en un ejercicio de virtuosismo en tanto que el viaje que con ello se inicia, requiere algunas de las dotes que él mismo atesoró, a saber, capacidad para la originalidad, esto es, certeza para saber reconocer en los orígenes las herramientas que en sí mismas se nos proporcionan para innova; y lo más importante, valentía conceptual para asumir las responsabilidades a las que sin duda sería necesario enfrentarse una vez que la vida y conceptualización de la misma, siempre fue hecha por el propio Palestrina atendiendo a criterios netamente espirituales.

Hombre eminentemente espiritual, siempre mostró su conceptualización de la vida a través de los ojos no ya de la religión, sino abiertamente de la Iglesia de Roma, a la que permanecía eminentemente ligado en tanto que al menos dos de los Obispos bao cuya tutela desarrolló su acción musical, ya fuera como intérprete en la Basílica de Santa María la Mayor, en la que formaba parte del coro cuando su Obispo alcanzó el nombramiento de Sumo Pontífice bajo el nombre de Julio III; hasta que luego sufriera sobre sí los odios del Papa que le precedió, Pablo IV. Palestrina mantuvo siempre su compromiso tanto con la Iglesia, como con sus integrantes, a saber los fieles. Y lo hizo por medio del desarrollo de su música.

El Siglo XVI es sin duda ninguna el gran siglo. La liberación conceptual, de pensamiento, y de formas que vienen implícitas con El Renacimiento, no hacen sino poner de manifiesto que el verdadero orden de las cosas ha cambiado de manera tan radical que, cualquier intento protagonizado por reaccionarios y conservadores de restablecer los viejos valores y cánones es, no sólo imposible en tanto que no dispone del apoyo de los verdaderos revolucionarios, a saber, el pueblo.

Y esta sensación es igualmente la que tiene el pueblo, cuando se ve inmerso en el nunca suficientemente estudiado fenómeno de la Contrarreforma. Cuando Lutero clava sus tesis en la puerta de la Catedral, desencadena una revolución que no puede pararse, al menos no por medios conceptuales. Decir abiertamente que La Iglesia de Roma no es un método válido para promover la salvación de las almas, constituye en sí mismo un punto de no retorno. Se convierte en el caballo de batalla que incendiará Europa desde sus raíces más profundas, las de la unidad que procede de un único e inamovible Credo, el del Dogma Católico.

Por eso cuando Calvino viene a terminar de crear el caos afirmando que la predestinación es, ligada al Pecado Original, la que decide ajenas a los hombres y a sus acciones, quien se salva y quien no, La Iglesia de Roma ve como o reacciona, o se apunta al paro.

El Caos dogmático es de calibre semejante al que había provocado Nicolás Copérnico con la publicación del “Arrst Indómitas”, y por ello necesitaba de una solución parecida.

Y para eso vino que ni pintado la existencia de ese Concilio que llevaba aparcado varios años. Noviembre de 1545. buen momento para la celebración del Concilio de Trento, a saber uno de los más impresionantes de la Historia de la Iglesia, si bien el los veinte años que fueron necesarios para su celebración, el mundo cambiaba a pasos vistos.

Figuras de la eminencia de Teresa de Jesús, o de Juan de la Cruz, aseguraban el triunfo conceptual y dogmático de un Concilio en el que vieron la luz entre otras disposiciones según las cuales la categoría moral había de ser rasgo exigible a aquél que optara a ser nombrado Obispo. En definitiva una manera magnifica de acabar con la extendida costumbre de “enrolar” en la Iglesia a los “segundones” de las grandes familias que se habían quedado sin herencia.

Sin embargo los grandes acuerdos, a saber aquellos que debían de hacer factible una contrarreforma sutil, no llegaron a plantearse, de manera que el Sacro Imperio Romano Germánico estaba en peligro, y esta vez el peligro venia de dentro.

Y en esta marabunta de cambios, Palestrina se apunta a la revolución conceptual que de pie a la música moderna tal y como la conocemos.

Para ello, y a partir de la superación conceptual del Gregoriano, deja atrás el canto monocorde de la salmodia, para, a través de la conceptualización del contrapunto, esto es, la disposición enfrentada de pasajes cuyo sentido, disperso a priori, da en realidad una nueva idea de cohesión a la obra. Ha nacido en esencia la Polifonía.

Pero como suele ocurrir en estos casos, la revolución no es bienvenida en la casa reaccionaria y conservadora por excelencia, a saber la Iglesia de Roma. Palestrina es expulsado o rebajado de todas sus funciones, bajo la disoluta acusación de “…permitir con demasiado exceso la intrusión de música profana en sus creaciones sacras”

La Historia de la Música dará gracias, todavía hoy a estas benditas intrusiones.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

agosto de 2011.

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