lunes, 9 de septiembre de 2013

DE LA HABILIDAD PARA HACER DEL ARTE UNA CUESTIÓN POPULAR, SIN QUE POR ELLO HAYA DE CAER EN EL POPULISMO.

Es el caso de Luciano PAVAROTTI uno de esos casos especialmente atractivos, en los que el brillo de la genialidad se abraza indisolublemente con el gusto por el trabajo, lo que hace del todo imposible evitar el éxito.

Sentir hoy la necesidad de honrar la figura del insigne tenor, es en realidad iniciar un proceso destinado a saciar, o al menos tratar de hacerlo, esas necesidades de justicia que se padecen a menudo y que por otra parte adoptan postura manifiesta sobre todo en épocas como la que nos ha tocado vivir y que, lejos de cualquier ensayo de eufemismo, constatan su absoluta predisposición para la crisis precisamente en la medida en que alejan al hombre de su propia esencia. Una esencia cuyo deterioro o pérdida se traduce en la alienación desesperada del hombre, y que alcanza día tras día las muestras a las que, para nuestra desgracia, nos hemos terminado por acostumbrar.
Porque sí, en la medida en que nos acostumbramos, nos deshumanizamos también un poco, toda vez que cada vez que damos por buenos comportamientos o conductas antaño desacostumbradas, o quién sabe si incluso despreciables; no hacemos en realidad sino reconocer de manera implícita nuestra incapacidad para retornar a nuestros orígenes, bien porque hemos olvidado el camino, bien porque hemos perdido la necesidad de retornar.

Y si la situación de la que somos contemporáneos se apunta terrible, ¿cómo podemos pretender hallar en la figura de PAVAROTTI un referente cuando menos hipotético en lo concerniente al menos a ayudarnos a encontrar el camino? Pues precisamente en la certeza que precede al hecho de constatar que él mismo sobrevivió a la que tal vez pueda considerarse como la última ocasión en la que una sociedad moderna se ha enfrentado a una situación mínimamente paralela a la que hoy acontece, saliendo victorioso de la misma.

Nace Luciano PAVAROTTI en la ciudad de Mesina, el 12 de octubre de 1935. Su fecha de nacimiento ya puede sin duda servirnos para hacernos una idea de las dificultades, tanto propias como impropias, por las que habrá de transitar hasta acabar finalmente encumbrándose como uno de los más grandes ejecutantes líricos de todos los tiempos.
Hijo de una familia del todo convencional, hecho este que sirve para dar a entender que nada a priori podía hacer presagiar el rumbo que habrían de tomar los acontecimientos, lo cierto es que una vez más, la disposición de su padre, tenor aficionado, no es ya que marcara la funcionalidad del hijo sino que, más bien, jugó un papel definitivo a la hora de no convertirse en un obstáculo insalvable tal y como sin duda hubiera acaecido de haber sido cualquiera otra la situación del progenitor, máxime estando ésta dentro del generalizado estado de depresión en el que se desarrollaban los acontecimientos dentro del periodo de entreguerras en el que necesariamente habrán de desarrollarse los primeros años, y a la sazón los más importantes, de la carrera del joven Luciano.

Prueba inequívoca de esto reside en el hecho de que, tras un corto pero intenso periodo de indefinición, en el que nuestro protagonista llegó a estar dispuesto a encaminar los pasos hacia una portería de balompié; lo cierto es que todo confluye en el momento en el que padre e hijo llegan a un acuerdo por el que Luciano podrá desarrollar sus tentativas artísticas bajo los auspicios y la manutención de sus padres hasta la edad de treinta años, si pasada esa fecha no ha alcanzado cota que de éxito que cuando menos le permita ganarse la vida habrá en todo caso de renunciar a los esfuerzos filiales, habiendo de hacer por él mismo para alcanzar la satisfacción de su sustento.

Afortunadamente para todos los que disfrutamos de su talento, ni esos miedos, ni el fútbol ni, afortunadamente el ejercicio del Magisterio, hubieron de impedir que finalmente Luciano dirigiera sus pasos de manera más o menos formal hacia el Belle Canto, hecho en el que como él mismo certificaría muchos años después, influyeron sobre manera la escucha de los discos que sus padre atesoraba de figuras insignes tales como el propio CARUSSO, acompañado de otros como Giovanni MARTINELLI, audiciones a las que se lanzaba cuando sus obligaciones, y la afición que experimentó por la agricultura se lo permitían una vez instalados en la granja a la que hubieron de mudarse en 1943.

El Coro del Teatro de la Comuna de Módena puede atribuirse sin reserva alguna el haber visto las primeras apariciones en público de nuestro protagonista. La acción de amigos influyentes como el propio POLA, promovieron su salto cualitativo hasta La Coral Gioachinno Rossini, con la cual debutó ante el gran público a finales de abril de 1961 en el papel de Rodolfo de La Boheme, en el teatro de la ópera Reggio Emilia.

Será precisamente ese papel de Rodolfo, no solo uno de los que más satisfacciones le proporcionarán, sino que unido a su ingente talante, del que es prueba inequívoca su absoluto dominio de tonos y cromáticas inalcanzables para la mayoría; constituirá una envidiable tarjeta de presentación de cara a su proyección internacional.
Para ello lo grabará con Karajan junto a la también italiana FREIRA, y luego lo llevará hasta LA ESCALA, donde será dirigido por Carlos KLEIBER, constituyendo también el elemento con el que se estrenará en Nueva York, como prueba de la confianza que tiene hacia el personaje.

Pero curiosamente habrá de ser con el papel de Tonio, de La hija del Regimiento de DONIZETTI, con el que alcanzará la máxima cota de desarrollo artístico consiguiendo alcanzar las nueve notas de do de pecho que tiene su aria, haciéndole merecedor al día siguiente de la portada de The New York Times.

Vendría después incluso su época de mejor condición vocal, alcanzada hacia 1975, y que se mostraría a través de interpretaciones tan ingentes como inigualables, en especial de Lucia de Lammemmor. La Traviata y la ya citada La hija del regimiento.
Nada pasó desapercibido, sino que sirvió para que Karajan le quisiera para sus grabaciones íntegras de La Boheme, y un casi transcendental Requiem de Verdi.

Mas de todo esto, lo más apreciable bien pudiera ser su ingente esfuerzo encaminado a popularizar el Belle Canto entre las masas. Así, para tal fin, no dudó en rodearse de cuantos quisieron ayudarle, grabando múltiples dúos con artistas tan distantes como Sting o Celine Dion, a la par que no hizo ascos a cuantas posibilidades de grabación se le ofrecieron, consolidando en ello las múltiples posibilidades que se unían grabando con discográficas asequibles toda vez que el triunfo de la toma de sonido digital había hecho posible el tan ansiado DDD (método por el que el sonido nunca abandona su estado digital, desde la toma en auditorio, hasta su grabación en soporte CD), lo que hacía posible el disfrute de una gran calidad de las audiciones, a un precio acorde.

En definitiva, queda así de relevancia la aportación de un hombre que, como decíamos, hizo eficaz la popularización de la música sin que ello obligara al detrimento de llevarla al populismo.

Así, tras casi 400 funciones Luciano PAVAROTTI decidía retornar a su ciudad natal para morir, de cáncer, el 6 de septiembre de 2007.

Seis años sin Luciano PAVAROTTI.




Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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