sábado, 8 de diciembre de 2012

DE CONSTITUCIONES, PACHANGAS, Y OTRAS CERTEZAS.


Poco a poco, dejo que el lento transitar de el Tiempo, reflejado en este caso en el incesante tintineo que el paso de los días refleja, me instruya, a golpe de experiencia, en la insuficiente condición destinada a ser capaz de identificar, aún cuando es poco menos que un murmullo que no llega ni a rumor, sobre las causas de lo que, a todas luces es ya una manifiesta certeza. La que procede de saber a todas luces que, algo gordo se está preparando.

Dejo como digo pasar los días, antes de poner de manifiesto, para todo aquél que desee, o no, escucharme, de la que para mi es una certeza ineludible. La de estar convencido de que los tiempos que nos ha tocado vivir no son ya tiempos de cambios. En realidad, esos cambios que algunos llevan tiempo pronosticando, están aquí ya.
La prueba, el miedo que, hoy por hoy, ha surgido en ciertos sectores de lo oficialista, Miedo que por otra parte empieza a calar firmemente entre el Pueblo Llano.

La prueba a la que hay que acudir para comprobar, o cuando menos tratar de comprender aquello de lo que estoy hablando, hay que buscarla, de manera curiosa, y un tanto peculiar, no en el futuro, sino en el pasado.

Llegados a estas alturas de celebración del ya tradicional puente de la Constitución, todos teníamos que tener los oídos saciados, y el estómago ahíto, de haber escuchado en todos los medios, por activa y en pasiva, a gritos y susurrada, la otrora necesidad del imperativo cambio al que había de ser sometida nuestra Carta Magna.
Sin embargo, este año, no sólo tales alocuciones, comentarios o cuando menos indirectas no sólo no se han producido, sino que han sido eliminadas de cualquier atisbo de corrección cuando el Sr. Presidente del Gobierno, puso fin a la menor posibilidad de conato de revuelta cuando anunció, de manera concisa que la Constitución no se toca.

Desde este medio, desde hace ya años, venimos defendiendo la actitud que este país tiene frente a su Historia, sus tradiciones y de manera indefectible frente a las responsabilidades que han de ser manifestadas al respecto. Así, acudiendo al modelo quijotesco que por otra parece habitar en todo español, podemos encontrar, en versiones más o menos identificadas, aquéllas que avalan la teoría según la cual, la defensa encendida de una serie de argumentos, sirve en realidad para lograr la imposición real de otros completamente distintos.
Tales hecho, así como la manera de actuar que necesariamente los agrupa, bien podría ser consideraba, una vez se le hubiese dedicado el tiempo adecuado, como propia de un asentir expresamente destinado a obrar con niños, cuando no expresamente de cara a ser interpretado en una escenografía llena de mentes infantiles.

Desde esos considerandos, o más concretamente desde la disponibilidad emocional a la que los mismos nos arrojan, es sin duda desde la que más acertado resultará el comenzar con el análisis de los hechos que han rodeado la celebración, en el presente inmediato, de los treinta y cuatro años que ha cumplido nuestra Carta Magna.
Lejos de entrar, al menos aún, en cuestiones nada más que superficiales, cuando no abiertamente de forma, hemos de advertir la gran diferencia de procedimiento que con respecto a ediciones anteriores, se nota en la forma de proceder, sobre todo de nuestros políticos, respecto de los hechos acaecidos en años anteriores.
En condiciones normales, tal día como hoy, todos los personajes deberían haber desempeñado ya, eso sí, de manera ordenada, sus respectivos papeles. Así:
La Izquierda ya debería haber presentado su catálogo de sugerencias de cara a promover una remodelación ordenada de la Constitución. Sin que tal hecho supusiera, claro está, la consideración de que la misma sea o esté obsoleta.
La Derecha, ya debería haber enunciado su decálogo de congratulación para con la Constitución, destinado a poner de manifiesto los sin duda privilegios que supone contar con un documento por el que no pasan los años.
El Nacionalismo Vasco, debería haber anunciado ya su enésimo cabreo destinado a poner de manifiesto de cara a la galería, su lista de recriminaciones para con el Estado opresor.
El Nacionalismo Catalán, más asertivo y envarado Él, habría propuesto por su parte, una lista de recomendaciones destinadas a priori a hacer más factible el viaje en compañía en el que se encuentran instalados los Pueblos. Español y Catalán.

Sin embargo, este año, nada de esto ha ocurrido, o al menos no con la intensidad con la que, de haberse tratado de un momento común, debería haberse producido.
La causa de tales ausencias: que no está el horno para bollos, o dicho de otra manera, que de haberse producido tal línea de manifestaciones, igual alguno terminaba por tener que comerse en seco sus palabras.

Parafraseando a Julián MARÍAS somos un país de guitarra y pandereta. Si por el contrario preferimos, tal y como es mi caso a PONCELA, terminaremos por aceptar que somos un país virtualmente de traca.
Sea cual sea en cualquier caso nuestra elección, el sentido de la misma  nos llevará, modificando sólo el camino transitado para llegar, a la convicción de que España, lejos de lo que pueda parecer, es un país conformado no a partir de firmes certezas. Más bien al contrario resulta del conglomerado, más o menos ordenado, de un sinfín de potencialidades comúnmente aceptadas, la mayoría de las cuales sólo pueden transigir de la asunción, cuando no de la aceptación ignorante.
A partir de aquí, podemos retomar el hilo conductor anterior en base al cual nuestros dirigentes, o más concretamente aquellos que dirigen a nuestros dirigentes, nos han mantenido durante bastantes años, treinta cuando menos, domesticados hasta el punto de no ser capaces de reconocer la existencia de la correa y el candado, que virtualmente nos cubría.
Y lo más espectacular, sin duda, el método. Convenciéndonos a cada instante de que éramos los más libres, los más independientes, los más autónomos. Éramos, en cualquier caso, libres para irnos cuando lo creyésemos oportuno.
Para ello, qué mejor forma, que escenificar puntualmente, de forma incluso periódica, escenificaciones soeces de tales sentimientos. Así, con motivo de momentos tales como El Día de la Hispanidad, de la Raza, o incluso de la Patria Vasca, se organizan periódicamente pantomimas que cubren dos funciones básicas. Por un lado permiten el desfogue controlado de los más radicales; en tanto que por otro permiten a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado confeccionar un catálogo lo suficientemente argumentado de la existencia de tales elementos. En base a esto, además, según el contexto situacional, se puede permitir, incluso, que tales cuerpos, den alguna lección pública de la que todos, en mayor o menor medida, habremos de tomar nota.

Sin embargo este año es irremediablemente diferente. Así, la intransigencia vasca está, hoy por hoy desactivada. Las elecciones catalanas han dejado fuera de combate al nacionalismo descremado de la Derecha Burguesa Catalana. La Izquierda ha dado a este respecto una muestra más de que ha perdido la brújula.
¿Y La Derecha? Hay amigos, la Derecha en esta ocasión gobierna, de lo cual se extrae la irrefutable condición de que de sus actos, sean éstos los que quiera que sean, se extraerán consecuencias, en forma de responsabilidades.
Responsabilidades que, inevitablemente, se unirán a ese largo historial que ya conforman el catálogo de buenas maneras de gobernar de la Derecha, que está integrado por acciones tales como la sanidad para el que pueda pagársela, educación para hacer señoritos, o la historia de la pensión que será subida, pero no revalorizada.

En cualquier caso, el silencio que en este caso ha rodeado a los actos de conmemoración del 34ª Aniversario de la Carta Magna, constituye al más puro estilo Spain is diferent, la constatación definitiva de que no corren tiempos para andar tocando los huevos.

Luis Jonás VEGAS VELASCO.

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