Abandonando durante unos instantes la penuria a la que
amenaza con arrastrarnos el ser prisioneros de la cronología, considero
adecuado este aquí, este ahora, para poner en orden nuestros archivos,
acudiendo con una gran satisfacción a poner solución al error que podría suponer dejar transcurrir un instante más (los
días pasan lentos, mas los años corren con inusitada velocidad), sin manifestar
el debido tributo que año tras año satisfacemos de manera gustosa a los BATCH,
sea cual sea la personificación que en cada caso ésta adopte.
La tantas veces confesa debilidad que por los BATCH
profesamos, se traduce no solo en una suerte de admiración centrada en la obra
del más conocido de todos ellos, J.S. BATCH, y cuyas vivencias acontecerían
entre 1685 y 1750. Más bien al contrario, el motivo que nos ha llevado a
decidirnos en detenernos una vez más en torno a la figura y los efectos que
esta Familia han provocado en la Historia, pasa por mostrar nuestra firme
convicción de que, al contrario de lo que a menudo ocurre con casos similares,
en éste los méritos son tan merecidos, precisamente por responder a logros cuya
magnitud en algunos casos aún resulta inoperable, que no estamos dispuestos a
permitir que pase un solo día más sin asegurarnos de que al menos en lo que a
nosotros concierne, se llevan a cabo todos los esfuerzos necesarios para poner de nuevo las cosas en su sitio.
Así, hablar de Los
BATCH supone en realidad hablar de un
verdadero siglo de Música, el transcurrido entre 1685, año de nacimiento de
Juan Sebastian; y 1788, año que registra el fallecimiento de Carl Philipp
Emanuel BATCH, a la sazón el último hijo verdaderamente
compositor de los cuatro que del total de los veinte que sobrevivieron,
acabaron dedicándose a la Música con solvencia.
Alejados por supuesto de cualquier tentación en pos de un
favoritismo argumentado en alguna suerte de predilección la cual podría
cegarnos a la hora de llevar a cabo un análisis objetivo de las consideraciones
estrictamente musicales; lo cierto es que la
objetiva realidad filial de los BATCH, sobre todo en lo que concierne a su
vinculación real para con la Música, es algo que no tiene parangón, a excepción
hecha de lo que ocurre con la familia checa de los BENDA, cuya acción aún hoy
se perpetúa.
Sin embargo, más allá de lo pródigos que unos y otros
pudieran haberse mostrado, lo realmente sorprendente, lo que confiere a la Familia
BATCH el rango
necesario para merecer el calificativo de prodigiosa,
ha de inferirse del hecho de tratar de comprender el grado de impacto que
para la Música supuso la preeminencia de todos y cada uno de los BATCH que
desde el Hans BATCH de Turingia vienen revolucionando la Música en este caso
desde 1520.
En cualquier caso, resulta imprescindible detenernos no ya
en el siglo cronológico, sino más
bien en el que denominaremos siglo
conceptual, para tratar de aproximarnos al grado de trascendencia que los
BATCH promovieron en la Música desde finales del XVII, hasta casi el XIX.
Será a partir de la comprensión de las implicaciones que no
tanto las fechas cuando sí los sucesos durante las mismas acontecidos, cuando
podamos, al menos sutilmente, congraciarnos con el grado de genialidad que las
aportaciones de los mencionados supusieron para la consolidación del episodio
que sin duda promovió uno de los mayores cambios a los que el Ser Humano se ha
enfrentado, y que no es otro que el paso de La Edad Antigua , a la verdadera Edad
Moderna.
Si en términos estrictamente objetivos y a la sazón
científicos resulta indiscutible reconocer en la figura de JS. BATCH a la
persona que con mayor fuerza influyó en la Música tal vez desde el siglo X,
momento en el que la misma empieza a escribirse en términos cuando menos
reconocibles para alguien acostumbrado a lo que hoy es contemporáneo; no es
menos cierto reconocer de parecida guisa que el uso racional no ya tanto de los
novedosos métodos de escritura, cuando sí de elementos más elaborados, entre
los que sin duda habrán de figurar los Contrapuntos
Barrocos, permitirán inferir de la Música parida por JS. BATCH la totalidad de los ingredientes que nos
permiten localizar en sus compases el nacimiento de la Música Moderna ,
hecho que se traduce tanto en su semántica, como por supuesto en su emotividad.
Y esto sin duda trae consigo innumerables consecuencias, algunas aún hoy no lo
suficientemente analizadas, pero que en cualquier caso tuvieron un tremendo y
lapidario efecto en su momento; efecto que pudo comprobarse tanto en los compositores
que le eran coetáneos, como por supuesto en la música que éstos tuvieron a bien
desarrollar.
Porque si a todas luces no resulta exagerado decir que con
JS BATCH se cierra y se abren sendas épocas musicales; no lo es tampoco decir
que en realidad no ya tanto la conclusión del Barroco Musical, como sí la
inauguración más o menos accidental del Clasicismo, será un logro tanto más
atribuible al genio de su hijo Carl, que a la nunca discutida genialidad de su
padre.
Como ocurre cada vez que nos disponemos a desarrollar alguna
suerte de aproximación a un genio, y máxime cuando el mismos ha desarrollado su
actividad en el terreno de las emociones; hemos sin duda de poner en marcha un
proceso previo destinado a rectificar
nuestro punto de partida, para lo cual hemos de someter a juicio muchos de
nuestros principios. Así, de cara a consolidar la sentencia que auspicia
nuestra actual línea de razonamiento, a saber aquélla según la cual Carl es un genio
casi tan grande como su padre, aunque por supuesto con mucha menos popularidad;
necesitamos reconsiderar una serie de premisas las cuales, de formar parte de
nuestro a priori, contribuirían a intoxicar de manera inevitable cualquier tipo
de conclusión que desde la misma se vertiera.
Parece así en justicia disponer que nada produce mayor
satisfacción a un padre, que comprobar cómo sus logros reciben reconocimiento,
cuando no incluso mesurable mejora, en los logros que sus hijos alcanzan.
Semejante paradigma, propiciatorio de orgullo y satisfacción en el seno de cualquier
familia, habrá de alcanzar en el seno de una como la que promovían los BATCH
capaz de remover el mundo desde sus cimientos.
Sin embargo, será suficiente un instante de reflexión,
cuando no atenta escucha de las
creaciones de Carl Philipp Emanuel BATCH para deducir de las mismas un estilo
más cercano a Mozart, que a su padre. La causa, Carl rompe definitivamente con
el Barroco, para poner los ciernes del que acabará siendo el Clasicismo.
Podemos decir que Carl Philipp Emanuel BATCH constituye el
máximo de una larga lista de compositores que despuntará definitivamente tras
la muerte de éste. Haydn, Mozart y el mismísimo Beethoven tendrán en el hijo de
BATCH al revolucionario que con la fórmula del menos es más plantará cara a la estructura promovida desde los
compositores del medievo, empeñados en complicar la Música en un enfermizo
empeño destinado a implementar la tesis de que así la Música crecía; para
inaugurar una suerte de procesos destinados a jugar a deshacer, filosofía que se hallará permanentemente impresa
en todas las formas conciliadas por los compositores del XVIII.
Se trata como no puede ser de otra manera, de un verdadero cambio de paradigma. Así la Música,
inmersa ya con avidez en su clara misión de revelarse como verdadero transductor de las distintas tenomenologías a las que da
lugar la compleja psique del Hombre, necesita transformarse de manera
coherente a como lo está haciendo el propio Hombre, y por ende su manera de ver
el mundo.
Porque esa nueva manera de enfrentarse al mundo no es sino
la traducción de unos cambios tan radicales, que confieren valía de
estructurales a los otros, a los que de verdad se están llevando a cabo de
manera tangible.
Es así como podemos justificar nuestra anterior afirmación,
según la cual la Humanidad es testigo del proceso de cambio más importante de
toda su Historia. Un proceso que concluye con el paso de la Edad Antigua a la Edad Moderna , y que
se va consolidando mediante la inexorable implementación de una serie de
cambios previos cuya realidad solo resulta apreciable cuando aplicamos el
prisma integrador que nos otorga la perspectiva. Es desde nuestro privilegiado puesto
desde donde hoy podemos poner detalles al cambio que se produce en el paso de
una economía agraria, a una economía industrial; de una sociedad teocrática, a
una racionalista…todo ello encaminado de manera inexorable a una Revolución
Francesa, episodio que Carlo Emanuel P. BATCH no llegará por poco a presenciar,
pero del que parecía haber podido ser precursor toda vez que sus protocolos
musicales bien parecían estar diseñados para describir realidades más propias
de lo que estaba por venir, que de la
sociedad que realmente le era propia.
Es desde esta nueva perspectiva, desde donde adquieren
sentido realidades tales como las que subyacen a hechos cuya comprensión es
imprescindible de cara a entender cómo Beethoven puede llegar a componer su
Quinta Sinfonía incluyendo su famoso tema, tirando
tan solo ¡de cuatro notas! O como Wagner a partir de apenas un centenar de
concisos leitmotiven puede conciliar
las más de quince horas de música que suponen la estructura completa de El anillo del Nibelungo.
Contrapunto menos intrincado. Estructuras cada vez más
livianas. Y en definitiva, la comprensión de que los complicados temas eran
susceptibles de ser desarrollados en fugas
de gran complejidad, ganando pues en concisión, pusieron al mundo sin duda
en antecedentes de un revolución que tuvo en este caso en la
Música no un traductor, cuando sí más bien a un precursor; y a Carl Philipp
Emanuel BATCH a esa gran figura que mitigada primero por la grandeza de su
padre, y eclipsada después por la brillantez de los que en buena guisa eran sus
herederos; ha quedado dramáticamente soslayado, olvidado y casi descatalogado.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario