sábado, 11 de octubre de 2014

DE CONSTATAR QUE A MENUDO LA CERTEZA DE LA EXPERIENCIA RESIDE EN LAS FÓRMULAS BREVES.

Abandonando durante unos instantes la penuria a la que amenaza con arrastrarnos el ser prisioneros de la cronología, considero adecuado este aquí, este ahora, para poner en orden nuestros archivos, acudiendo con una gran satisfacción a poner solución al error que podría suponer dejar transcurrir un instante más (los días pasan lentos, mas los años corren con inusitada velocidad), sin manifestar el debido tributo que año tras año satisfacemos de manera gustosa a los BATCH, sea cual sea la personificación que en cada caso ésta adopte.

La tantas veces confesa debilidad que por los BATCH profesamos, se traduce no solo en una suerte de admiración centrada en la obra del más conocido de todos ellos, J.S. BATCH, y cuyas vivencias acontecerían entre 1685 y 1750. Más bien al contrario, el motivo que nos ha llevado a decidirnos en detenernos una vez más en torno a la figura y los efectos que esta Familia han provocado en la Historia, pasa por mostrar nuestra firme convicción de que, al contrario de lo que a menudo ocurre con casos similares, en éste los méritos son tan merecidos, precisamente por responder a logros cuya magnitud en algunos casos aún resulta inoperable, que no estamos dispuestos a permitir que pase un solo día más sin asegurarnos de que al menos en lo que a nosotros concierne, se llevan a cabo todos los esfuerzos necesarios para poner de nuevo las cosas en su sitio.

Así, hablar de Los BATCH supone en realidad hablar de un verdadero siglo de Música, el transcurrido entre 1685, año de nacimiento de Juan Sebastian; y 1788, año que registra el fallecimiento de Carl Philipp Emanuel BATCH, a la sazón el último hijo verdaderamente compositor de los cuatro que del total de los veinte que sobrevivieron, acabaron dedicándose a la Música con solvencia.

Alejados por supuesto de cualquier tentación en pos de un favoritismo argumentado en alguna suerte de predilección la cual podría cegarnos a la hora de llevar a cabo un análisis objetivo de las consideraciones estrictamente musicales; lo cierto es que la objetiva realidad filial de los BATCH, sobre todo en lo que concierne a su vinculación real para con la Música, es algo que no tiene parangón, a excepción hecha de lo que ocurre con la familia checa de los BENDA, cuya acción aún hoy se perpetúa.

Sin embargo, más allá de lo pródigos que unos y otros pudieran haberse mostrado, lo realmente sorprendente, lo que confiere a la Familia BATCH el rango necesario para merecer el calificativo de prodigiosa, ha de inferirse del hecho de tratar de comprender el grado de impacto que para la Música supuso la preeminencia de todos y cada uno de los BATCH que desde el Hans BATCH de Turingia vienen revolucionando la Música en este caso desde 1520.

En cualquier caso, resulta imprescindible detenernos no ya en el siglo cronológico, sino más bien en el que denominaremos siglo conceptual, para tratar de aproximarnos al grado de trascendencia que los BATCH promovieron en la Música desde finales del XVII, hasta casi el XIX.
Será a partir de la comprensión de las implicaciones que no tanto las fechas cuando sí los sucesos durante las mismas acontecidos, cuando podamos, al menos sutilmente, congraciarnos con el grado de genialidad que las aportaciones de los mencionados supusieron para la consolidación del episodio que sin duda promovió uno de los mayores cambios a los que el Ser Humano se ha enfrentado, y que no es otro que el paso de La Edad Antigua, a la verdadera Edad Moderna.

Si en términos estrictamente objetivos y a la sazón científicos resulta indiscutible reconocer en la figura de JS. BATCH a la persona que con mayor fuerza influyó en la Música tal vez desde el siglo X, momento en el que la misma empieza a escribirse en términos cuando menos reconocibles para alguien acostumbrado a lo que hoy es contemporáneo; no es menos cierto reconocer de parecida guisa que el uso racional no ya tanto de los novedosos métodos de escritura, cuando sí de elementos más elaborados, entre los que sin duda habrán de figurar los Contrapuntos Barrocos, permitirán inferir de la Música parida por JS. BATCH la totalidad de los ingredientes que nos permiten localizar en sus compases el nacimiento de la Música Moderna, hecho que se traduce tanto en su semántica, como por supuesto en su emotividad. Y esto sin duda trae consigo innumerables consecuencias, algunas aún hoy no lo suficientemente analizadas, pero que en cualquier caso tuvieron un tremendo y lapidario efecto en su momento; efecto que pudo comprobarse tanto en los compositores que le eran coetáneos, como por supuesto en la música que éstos tuvieron a bien desarrollar.

Porque si a todas luces no resulta exagerado decir que con JS BATCH se cierra y se abren sendas épocas musicales; no lo es tampoco decir que en realidad no ya tanto la conclusión del Barroco Musical, como sí la inauguración más o menos accidental del Clasicismo, será un logro tanto más atribuible al genio de su hijo Carl, que a la nunca discutida genialidad de su padre.

Como ocurre cada vez que nos disponemos a desarrollar alguna suerte de aproximación a un genio, y máxime cuando el mismos ha desarrollado su actividad en el terreno de las emociones; hemos sin duda de poner en marcha un proceso previo destinado a rectificar nuestro punto de partida, para lo cual hemos de someter a juicio muchos de nuestros principios. Así, de cara a consolidar la sentencia que auspicia nuestra actual línea de razonamiento, a saber aquélla según la cual Carl es un genio casi tan grande como su padre, aunque por supuesto con mucha menos popularidad; necesitamos reconsiderar una serie de premisas las cuales, de formar parte de nuestro a priori, contribuirían a intoxicar de manera inevitable cualquier tipo de conclusión que desde la misma se vertiera.

Parece así en justicia disponer que nada produce mayor satisfacción a un padre, que comprobar cómo sus logros reciben reconocimiento, cuando no incluso mesurable mejora, en los logros que sus hijos alcanzan. Semejante paradigma, propiciatorio de orgullo y satisfacción en el seno de cualquier familia, habrá de alcanzar en el seno de una como la que promovían los BATCH capaz de remover el mundo desde sus cimientos.
Sin embargo, será suficiente un instante de reflexión, cuando no atenta escucha de las creaciones de Carl Philipp Emanuel BATCH para deducir de las mismas un estilo más cercano a Mozart, que a su padre. La causa, Carl rompe definitivamente con el Barroco, para poner los ciernes del que acabará siendo el Clasicismo.

Podemos decir que Carl Philipp Emanuel BATCH constituye el máximo de una larga lista de compositores que despuntará definitivamente tras la muerte de éste. Haydn, Mozart y el mismísimo Beethoven tendrán en el hijo de BATCH al revolucionario que con la fórmula del menos es más plantará cara a la estructura promovida desde los compositores del medievo, empeñados en complicar la Música en un enfermizo empeño destinado a implementar la tesis de que así la Música crecía; para inaugurar una suerte de procesos destinados a jugar a deshacer, filosofía que se hallará permanentemente impresa en todas las formas conciliadas por los compositores del XVIII.

Se trata como no puede ser de otra manera, de un verdadero cambio de paradigma. Así la Música, inmersa ya con avidez en su clara misión de revelarse como verdadero transductor de las distintas tenomenologías a las que da lugar la compleja psique del Hombre, necesita transformarse de manera coherente a como lo está haciendo el propio Hombre, y por ende su manera de ver el mundo.
Porque esa nueva manera de enfrentarse al mundo no es sino la traducción de unos cambios tan radicales, que confieren valía de estructurales a los otros, a los que de verdad se están llevando a cabo de manera tangible.

Es así como podemos justificar nuestra anterior afirmación, según la cual la Humanidad es testigo del proceso de cambio más importante de toda su Historia. Un proceso que concluye con el paso de la Edad Antigua a la Edad Moderna, y que se va consolidando mediante la inexorable implementación de una serie de cambios previos cuya realidad solo resulta apreciable cuando aplicamos el prisma integrador que nos otorga la perspectiva. Es desde nuestro privilegiado puesto desde donde hoy podemos poner detalles al cambio que se produce en el paso de una economía agraria, a una economía industrial; de una sociedad teocrática, a una racionalista…todo ello encaminado de manera inexorable a una Revolución Francesa, episodio que Carlo Emanuel P. BATCH no llegará por poco a presenciar, pero del que parecía haber podido ser precursor toda vez que sus protocolos musicales bien parecían estar diseñados para describir realidades más propias de lo que estaba por venir, que de la sociedad que realmente le era propia.

Es desde esta nueva perspectiva, desde donde adquieren sentido realidades tales como las que subyacen a hechos cuya comprensión es imprescindible de cara a entender cómo Beethoven puede llegar a componer su Quinta Sinfonía incluyendo su famoso tema, tirando tan solo ¡de cuatro notas! O como Wagner a partir de apenas un centenar de concisos leitmotiven puede conciliar las más de quince horas de música que suponen la estructura completa de El anillo del Nibelungo.

Contrapunto menos intrincado. Estructuras cada vez más livianas. Y en definitiva, la comprensión de que los complicados temas eran susceptibles de ser desarrollados en fugas de gran complejidad, ganando pues en concisión, pusieron al mundo sin duda en antecedentes de un revolución que tuvo en este caso en la Música no un traductor, cuando sí más bien a un precursor; y a Carl Philipp Emanuel BATCH a esa gran figura que mitigada primero por la grandeza de su padre, y eclipsada después por la brillantez de los que en buena guisa eran sus herederos; ha quedado dramáticamente soslayado, olvidado y casi descatalogado.


Luis Jonás VEGAS VELASCO. 


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