Ponemos hoy punto y seguido, que no final, a la por otro
lado alocada carrera que durante algunas semanas nos ha conducido por medio de
conmemoraciones unas, e incluso celebraciones otras, a recorrer lo más florido
y boyante de la tradición cuando no
de la historia del Viejo Continente; para retomar con
pasión, de qué otra manera cabría hacerlo, algunos de los aspectos más
importantes a la par que descriptivos no ya tanto de un autor, como por
supuesto de la época que le es propia.
Desde tales considerandos, que no por supuesto limitaciones,
echamos hoy la vista atrás, y no nos detenemos hasta topar en la genealogía cronológica, que no por ello menos
conceptual; en Frank LISZT, sin duda uno de los húngaros más conocidos, que por ello hace más paradójica la certeza
de encontrarnos ante uno de los personajes más complicados de conceptualizar,
no tan solo en su condición artística, sino más bien a tenor de su condición
vital.
Y todo tal vez, o quizá resultase más adecuado decir a causa, de que pocos artistas llevan
tan en boga el hecho de concebir la
Música tan solo a partir de la concepción que de la propia vida hacemos. Así,
LISZT no componía, plasmaba una interpretación gráfica de su vida. Y no puede cabernos la menor duda de que tuvo
una vida fructífera.
Nacido en Hungría, un 22 de octubre de 1811, la dificultad
que el hecho podría plantear en términos de conveniencia para de cara a la
correcta proyección tanto del autor como de su obra, queda rápidamente superada
al comprobarse desde un primer momento por un lado la rápida impronta que la
genialidad deja en el Maestro (da su primer concierto no habiendo aún cumplido
los once años) como por supuesto la pronta aparición de los primeros síntomas
de lo que a la larga será el aspecto más marcado de su carácter, a saber su
predisposición para hacer de lo cosmopolita
su modo de vida.
Lo cierto es que no podemos ni debemos, en el caso de ser
verdaderamente serios a la hora de poner de manifiesto los conceptos que luego
se trasladarán para conformar la genialidad de LISZT, ignorar entre otros los
condicionantes que a título de contexto circunvalaron los fundamentalmente
primeros años del autor.
Nacido en el castillo de Esterházy, hoy condado de
Oedenburg; el autor verá rápidamente colmados tanto sus mejores deseos, como
incluso aquéllos que todavía no era consciente de que podría llegar a tener, al
ser su padre un acaudalado funcionario responsable
de las cuentas de unos príncipes
emparentados para más señas con los que ya en su momento habían proveído el
sustento de HAYDN. Si bien y tal vez en cualquier caso como valor añadido, su
padre Adam, fue un conocido melómano a la par que músico aficionado, lo que sin
duda redundó en la mejora de las premisas que habrían de hacer perseverar en
las capacidades del que resulta ser hoy nuestro protagonista.
Satisfechos con intereses los empréstitos a los que por condición de naturaleza el autor pudiera estar obligado; por un lado el éxito de
sus primeras apariciones, como no en menor medida la incomprensión de algunos
de sus contemporáneos y coetáneos que se traducirá en gestos tan significativos
como el dado por CHERUBINI quien en diciembre de 1823 le impide el ingreso en
el Conservatorio de París en aplicación estricta del parámetro que impide el
acceso a tal de extranjeros, LISZT tendrá que empezar a ir asumiendo lo que
poco a poco se convertirá en el denominador común que presidirá su relación
para con los demás, a saber, la envidia y el claro resquemor que su modo de
entender la vida, reflejado como hemos dicho de manera flagrante en su música,
viene a provocar en los demás, consolida una visión antagónica que pronto se
proyectará en lo que vendrá a consolidarse como el mayor carácter de nuestro
protagonista como será su clara concepción cosmopolita.
Se convertirá así LISZT en mucho más que un húngaro que deambula por Europa. Se
convertirá en una suerte de canal de
conexión a partir de cuyo análisis podremos obtener un primer intento de
comprensión del tal complicado como apasionante Siglo XIX Europeo.
Integrado conceptualmente en lo que denominamos Tercera Generación de Románticos, LISZT
es, como SCHUMANN lo fuese antes que él, un Romántico
desbordado. Será así pues que el otrora incomprensible carácter compositivo
del autor, adquiere desde esta perspectiva no solo visos de comprensión, sino
que se hace más bien imprescindible al quedar correctamente imbricado dentro de
la casi infinita concepción que acaso de
manera pueril pretende fingir como que comprende el Romanticismo del Siglo XIX
Europeo.
Inmersa en esta larga égloga,
la música del húngaro limita en unas ocasiones, a la par que trasciende en
el más de los casos los límites reales o imaginados que la tosca mente del
Hombre impone a una labor comunicativa que conecta como solo KANT se atreviera
a hacer antes, lo material del pragmatismo humano, con ese infinito solo
concebible, que no aprensible, desde el factor Racional. Y todo sin caer en lo
que llamaríamos enciclopedismo o sea,
sin ceder a la tentación de reducir al
Hombre.
Aunque…¿Cómo comprender al Hombre? Pues siguiendo en este
caso a DESCARTES, explicitando primero un análisis, que redunde después en la integración de una unidad superior.
En virtud a tal protocolo, tenemos que en LISZT redundan
todos los atributos propios del XIX en Europa. Romanticismo desmedido que llora
en términos éticos en tanto que sabe
que la preconización de su muerte no hace sino llevarle a una mayor grandeza;
unido a concepciones un tanto más materiales
como puede ser la consolidación definitiva de la certeza radical de la
desaparición palmaria del hasta ahora dominio evidente, a saber el implícito en
la Tradición Absolutista , redundan como nadie convirtiéndose en
virtuosos explicando aquello que viene a suponer no solo el fin de un sistema, como sí más bien la superación
del mismo, con todo lo que ello supone.
Y claro está, pertenecer intacto bregando en las tumultuosas
agua que tan enfurecida torrentera hace discurrir por el continente, parece una
ensoñación, cuando no un ardid al que LISZT no está dispuesto a prestarse. Más
bien al contrario, se sumergirá devorando con fruición los placeres y los
cálices que le demiurgo pondrá ante sí.
Y lo mejor de todo no es que saldrá ileso de todos ellos. Lo
mejor es que saldrá enriquecido. Pero… ¿Cómo es que tiene todas las respuestas,
incluso las de preguntas que aún no han sido formuladas?
La respuesta a tamaña cuestión hay que buscarla,
precisamente, en la condición que lleva sobrevolando de manera constante, toda
la presente construcción.
El carácter de
trotamundos del que hará permanente gala el intérprete, adquiere especial
vigencia llegados a este punto en tanto que la misma confiere a LISZT la
condición no ya solo de polifacético, cuando
sí más bien la de Hombre que ha bebido sin limitaciones de todas las
fuentes. Así, si es cierto que su estancia en Francia le dota de los medios
tanto para entender como por supuesto para enriquecer el Romanticismo; no lo
será menos el afirmar que Alemania moldeará su carácter imprimiendo en él dotes
y aspectos formales que por otro lado estarán presentes a lo largo de toda su
obra, vacunándole con sobriedad de los ataques de exhibicionismo a los que son
tan dados los pianistas en Europa por entonces.
Se consolida así un músico multidisciplinar. Brillante hasta
la saciedad en la ejecución al piano; puestos a revertir su valía como
compositor diremos que su aportación en los terrenos del Poema Sinfónico no tienen parangón, haciendo que esta bella aunque
manipulada estructura compositiva adquiera, en la medida en que supera viejos
traumas, una noción de verdadera estructura semántica propia.
Podemos por ello decir que el aparente desconocimiento que
tanto de LISZT como por supuesto de su obra tenemos, es debido a lo complejo
que resulta por ejemplo, ubicarlo. Así, en palabras de su más importante
biógrafo, Emil HARASZTYZ: “Si LISZT fue
el primer compositor modal, fue también el primer lineal, el primer cubista,
pero siempre el músico del subconsciente.”
En definitiva, LISZT fue un valiente, que no dudó nunca no
solo en vivir absolutamente en el siglo
que le fue propio. Se erigió además en intérprete favorito de cara a
hacerlo comprensible para los que habrían de venir tras él.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.