sábado, 8 de febrero de 2014

FELIX MENDELSSOHN. DE LAS DIVERSAS CONSIDERACIONES DEL ROMANTICISMO.

Llegados una vez más, o mejor dicho ya a estas alturas, a tratar no de retomar, sino abiertamente de continuar nuestro para nada interesado paseo por el Romanticismo, cayendo en la pretensión no solo de no defraudar, cuando por el contrario habiendo de reconocer que el mismo procede de una caprichosa sucesión de afectos cronológicos; nos lleva a asumir que hemos, un día más de detenernos en el mencionado periodo, lo que dicho sea de paso, constituye una manifiesta satisfacción; para no ya tanto retomar, cuando sí más bien y tal vez por ello en pos de otra inagotable fuente de satisfacción, acudir hoy a la figura de Félix MENDELSSOHN BARTHOLDY en pos no tanto de las consideraciones, como sí más bien de los privilegios.

Porque huyendo de toda pretensión equívoca, como mucho menos tendenciosa; tenemos a bien traer a colación la permuta cronológica a la hora de hacer incidir nuestra atención primero en SHUBERT, del que ya consideramos en nuestra anterior edición; para hacer así si cabe no solo más satisfactorio y comprensible, sino manifiestamente más interesante, el paseo que en el día de hoy plantearnos por los muchos pros, y los escasos contra, que la vida personal y profesional de MENDELSSOHN tuvo a bien asignar.

Decimos en consecuencia que tanto la vida, como en consecuencia la obra de MENDELSSOHN se entiende sinceramente mejor después de haber comprendido la de otros tales como la del ya mencionado SHUBERT, sencillamente porque los silogismos que a tenor y de manera respectiva afectaron a uno y a otro, configuran ante sí a la par que ante el resto, unan exhibición tan incomprensible como antitética, haciendo con ello casi inaceptable el ejercicio de tener que ubicar de manera conexa ambas formas dentro del mismo movimiento cultural, sin que ello suponga a la par un ejercicio de neurosis. Puede que entre otros, en ese aspecto, se donde redunda la especial belleza, a la par que ingente grandeza conceptual de un movimiento de la envergadura de la que atesora El Romanticismo Europeo.
Y es que si aceptamos una vez más como bueno el principio en base al cual no es la obra sino reflejo de la vida, es entonces que la obra de MENDELSSOHN no solo no ha de comprenderse en relación a la de SCHUBERT, es que no ha de, entonces, poder comprenderse en relación a ninguna otra de compositor alguno que tenga vinculación con el movimiento digna en cualquier caso de ser tenida en consideración.
La causa, como pasa en todo buen silogismo, ajeno en este caso a la tentación de caer en la tautología, pasa de manera inexorable por entender que la vida que le fue propia a MENDELSSOHN, es completamente ajena  y objetivamente opuesta a la que en principio se le presupone a cualquier buen romántico que se precie.

Es así que ha venido al mundo nuestro compositor en la mañana del día que se consagra al Obispo armenio San Blas; en este caso de 1809; en el seno de una familia  que para el caso que nos ocupa, rompe de plano con el canon que a priori se presupone en tanto que propia para un compositor que haya no solo a triunfar, sino abiertamente a conseguir un renombre, tanto en el espacio compositivo como en el de la redacción de Música Romántica.

Hijo de padre y madre banqueros, el padre lo era como tal, y la madre, tal y como puede entenderse por consideraciones culturales de la época solo puede acceder a tal consideración en tanto que hija a su vez de Daniel ITZIG, acaudalado banquero judío que resulto determinante a la hora de sufragar los negocios nada más y nada menos que de Federico Guillermo  II de Prusia; convergen en todo caso no ya solo para garantizar una desahogada posición vital, sino cuando menos para no hacer propiciatorios los eventos que en el terreno que a continuación exponemos, hubieron de venir.

Será precisamente la confianza propia de semejante desahogo, unido a unan evidente capacidad para la música, Goethe llegó a decir que comparar a MENDELSSOHN con MÓZART era como comparar la conversación de un adulto, con los inocuos balbuceos de un niño; lo que acabará por promediar la sucesión de acontecimientos que hagan de nuestro autor, un hombre netamente propiciatorio para la música ya incluso a la hora de ser juzgado por aquéllos que le resultaron contemporáneos.
Será así el sano componente contextual que rodeó al desarrollo tanto musical como afectivo del joven MENDELSSOHN, unido a la certeza demostrada por sus padres a la hora de alimentar las incipientes pretensiones de un niño cuyo talento, como ya hemos dicho, apuntaba alto  desde un primer momento; lo que condicionen afortunadamente para bien el que será brillante desarrollo de uno de los más efectistas compositores de cuantos ha dado el XIX alemán.

Y será precisamente de esta sucesión de consideraciones, y más concretamente de la afición para con los viajes a los que su padre le incitará, lo que traiga, a modo de efecto colateral, la otra gran variable que venga a conformar la brillantez del que enseguida dejó de ser proyecto, para conformarse en realidad compositora. Estamos hablando de la habilidad para encontrarse, agradar y establecer nexos de continuidad conceptual duraderos con otras personalidades, como pudieron ser Ludwing Werger, y Eduard Riertzg

Pero será sin el menor género de dudas su encuentro con ZELTER, el cual acude casi de manera accidental a su vida, toda vez que lo hace en pos de impartir un par de clases tanto al propio MENDELSSOHN como a su hermana Fanny; lo que termine por convertirse en uno de los episodios más importantes de la Historia Vital y Compositora de nuestro Autor.
Constituye por aquél entonces el mencionado ZELTER no solo uno de los más prestigiosos musicólogos de la época, sino que más bien es el más importante dominador tanto de la obra como del contexto en el que la misma se lleva a cabo, nada más y nada menos que de J.S. BACH.

Será así pues el impacto que la mencionada obra causa en nuestro todavía joven MENDELSSOHN, unido a la tremenda sensación de desasosiego que en el mismo causa la espectacular Pasión según San Mateo, lo que venga a componer un escenario en el que no solo la música de nuestro autor se vea tanto lícita como literalmente afectada, sino que más bien nos permitirá decir que hará de MENDELSSOHN no solo uno de los máximos defensores y expositores de la Musica de BACH, sino que sin el menor género de dudas podemos llegar a afirmar que de no ser por su excepcional trabajo, la obra del genial compositor de 1750 no se conocería, o al menos no en el grado y con la intención, con la que la misma se conoce.

Impactado así por la Historia, deslumbrado, aunque sea para bien por lo clásico, podemos llegar a decir, de nuevo sin el menor ánimo de exageración, y por supuesto sin riesgo de equivocarnos, que la obra de Félix MENDELSSOHN BARTHOLDY viene a constituir el contrapunto efectista a todas y cada una de las consideraciones facilonas que de las pautas que revierten sobre el romanticismo musical europeo pueden llegar a llevarse a cabo, confiriendo con ello o tal ves desde ello, un nuevo punto de aproximación a partir del cual no solo redefinir, sino abiertamente reconsiderar multitud de nuevos espacios que sirven para encontrar un largo etcétera de recursos a partir de los cuales seguir disfrutando no solo ahora, sino durante cuando menos otro par de siglos, de la Música propia del Romanticismo.



Luis Jonás VEGAS VELASCO.



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