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Nada podemos hablar de BACH, en tanto que nada nuevo podemos
aportar. En consecuencia, y auspiciados cuando no justificados en el
concurrente universo de posibilidades que
nos abre el hecho de comprobar que hoy es 21 de marzo, trataremos de movernos
con cautela, quién sabe si deseosos en realidad de pasar desapercibidos,
haciendo por una vez de la humildad no la miseria propia del pensamiento de los masivos, de la chusma, (como
sin duda una vez más apuntaría el Filósofo Alemán); para en realidad buscar
refugio, tal vez asilo, en los poco exigentes vestigios que la constatación
cronológica nos dispensa, en tanto que hoy hubiera cumplido 330 años.
Acudiendo pues a la sabiduría
de lo popular, y entendiendo que todo
mal que no mejora, es solo propenso a empeorar; que buscaremos refugio no
en la más que esquilmada faceta histórica convencidos de que perpetrar otra crónica exhaustiva por
acertada que pudiera llegar a ser, no haría sino incrementar el deseo de salir
corriendo que puede comenzar a enraizar en la mente de los que todavía no
pueden explicar o explicarse a sí mismos en un alarde de concentración cuál ha
sido el motivo que les ha llevado a detenerse en la lectura del presente. Pero
lo que más me asustaría sería sin duda la certeza de que por muy bien, o por
muy mal que la presente quedara, siempre encontraríamos a alguien descontento,
incluso insatisfecho con lo dicho, o con la manera de decirlo; con lo ignorado,
o con las pretensiones cuando no ínfulas que pueden habernos llevado a
propiciar tamaño olvido.
Una vez que comenzamos a limitar
el escenario, por otro lado hasta ahora casi infinito (por supuesto tanto
en el espacio como en el tiempo) en el que transcurre la relación con J. S.
BACH, habremos de indicar a título casi de responsabilidad
procedimental, que solo el protocolo subjetivo justifica, cuando no incluso
auspicia; los continuos devaneos, giros y retrueques a los que a veces por
obligación, otras por satisfacción personal, habremos de proceder con la
esperanza hay que decir de que el resultado final acabe por valer la pena.
Infinito, subjetividad…abstracción. En definitiva la muestra
palpable, a la par que siempre incipiente, de las grandezas cuando no del
manifiesto virtuosismo en el que siempre se movió, nuestro protagonista.
Mas si muchos son, han sido y serán los maestros que han
merecido, merecen y esperamos merecerán en un futuro tamaña consideración, a la
sazón la mejor de las muestras de reconocimiento, lo cierto es que ninguno lo
merece como J. S. BACH. O por ser, de nuevo, más preciso, no lo hubieran
merecido de no ser por él.
¿Qué separa a Dios del Hombre? La capacidad de crear dirían algunos, sin duda después
de pensar un poco. Si usted está de acuerdo con tal afirmación, sepa que está
elevando a BACH a los altares, y yo diría que a un lugar de privilegio si es
que tal existe en semejantes lugares.
Porque BACH es creador, el primero verdaderamente creador si
nos ceñimos, superando por supuesto
el matiz limitador al que el concepto intrínsecamente responde; a la realidad
que nos dejó en herencia.
“El Mundo es vuestro,
tomadlo.” Tal es la
expresión por la que Dios
entrega el Mundo al Hombre. “Haz de ello
lo que quieras.” Afirman algunos que añadió después.
BACH no dijo nada. Simplemente insufló aire en nuestro
espíritu con “Tocata y Fuga en Re Menor”. Nos ilustró en Historia (del futuro)
con “Los Conciertos de Brandenburgo.” Nos aleccionó para entender el propio
mundo con “Clave bien temperado.” Y nos enseñó a reconocer el cielo con “Suite
en Do.”
Todo eso nada más, o nada
menos, era BACH. Creador sin duda de un universo, el Universo BACH, sin
el cual no es que resultara imposible entender el resto de la Música que se ha
compuesto después; es que resulta muy probable que sin él, lo que resultaría
del todo inaccesible sería el compendio de emotividad que rodea al Ser Humano
desde entonces,
Vamos así poco a poco, desde la paradoja de la dispersión,
infiriendo la suerte de escenificaciones a partir de las cuales osar no
comprender, a lo sumo experimentar, a Juan Sebastian BACH. Un Hombre de su
tiempo, aunque carente de su tiempo, un hombre sin duda apegado a su época,
pero condenado a obrar para el infinito. Tales
afirmaciones, lejos de ser descabelladas, bien podrían constituir el mejor
reflejo no de la figura, imposible de definir, como sí más bien del impacto que
la Música de BACH provoca, y de la
que provocó.
Si bien nunca totalmente ignorado, ni BACH ni su música
recibieron en su tiempo la merecida atención, quedando pues obviado de los
merecimientos de los que sin duda se hizo acreedor. Entre las múltiples causas
que podemos interpretar en la línea de comprenderlo, sin duda que la
incredulidad que sin duda una y otra vez hubieron de demostrar quienes
componían el primer círculo del ya
denominado Universo BACH, ocupaba un
lugar privilegiado a la hora de comprender lo que decimos.
“El Hombre que vive
sólo, o es una Bestia, o es un Dios. Yo añadiría otra opción, la que pasa por
comprender que el Filósofo, cuando renuncia a todo, pasa a cumplir con tal
exigencia.” De
nuevo NIETZSCHE. De nuevo el historicismo,
y aunque no por gusto, desde luego sin ninguna clase de rubor, puesto que
sin el menor género de dudas solo desde las pesquisas a las que son propensas
tamañas posiciones, podemos optar a comprender algo. Una comprensión que en
contra de lo que pueda parecer no nos lleva al pasado, sino que nos proyecta
hacia el futuro, como ya en su momento lo hiciera con los protagonistas
mencionados, garantizando por ende su inmortalidad, y haciendo que desde la percepción del resplandor, máxima
aspiración de quienes somos meros mortales, podamos atisbar más allá del velo
con el que el tiempo nos recubre, haciendo nuestras a título de certezas lo que
hasta ahora solo tiene cabida en el mundo de las esperanzas.
Tal es la guisa en la que se expresa BACH. Una expresión de
futuro, aparentemente encerrada en una música del pasado. Y digo aparentemente
no porque no sea del pasado, sino porque ni tan siquiera tal hecho, imposible
de superar no para la mayoría de los demás, sencillamente para todos, se quebró
como incipiente ramita de esqueje de primavera cuando acabó en manos de BACH.
Porque si acudiendo nuevamente al filósofo en pos de dar
materia (aunque ésta sea la informe propia de una Idea) lo cierto es que muchas
más son las aproximaciones. “He venido a
partir en dos la Historia de la Humanidad. Por un lado quedará la que se escribió
hasta mi nacimiento. Luego quedará la que plasme los acontecimientos que mi
muerte promueva.” NIETZSCHE
escribió, y tubo que hablar una y mil veces para tratar de hacerse entender.
BACH toco, y no habló porque sabía que por muchas veces que lo hiciera, no sería
capaz de hacerse entender. Por ello a lo máximo a lo que podemos aspirar es a
sentirle, a emocionarnos.
Porque si bien es cierto que la Música no comienza con BACH,
no es menos cierto decir que con él
resulta comprensible, hasta el punto que sin su aportación la música de su futuro, incluyendo por supuesto la
que supone nuestro presente, hubiera
sido imposible.
BACH compendia todo lo que se había hecho hasta su momento, lejos de aglutinarlo lo supera, y proyecta por definición hacia
delante todo lo que su cabeza, su corazón y su estómago tiene, logrando pues la
Integración del Hombre Clásico según
las connotaciones del Mundo Griego. Y por
el camino conduce con mano sabia al Barroco hasta sus máximas cotas.
Es así pues BACH un Hombre que carece de Tiempo, que carece
de Época. El primero le constriñe, la segunda no le hace justicia. Es así pues
BACH un hombre contemporáneo de cualquier tiempo, al que lo eterno le resulta
fácilmente asumible no solo por componer obras reconocibles por los hombres de
cualquier tiempo; como sí más bien porque son sus aportaciones las fácilmente
reconocibles en la música de cualquier época.
Es por ello “el asunto
BACH” algo que no se puede entender, algo contra lo que no se puede luchar.
Supone una corriente de tal índole que, o te sumas, o te apartas, oponerse no
tiene sentido, sencillamente porque te arroya.
Como dijo Gustav LEONHARDT hace ahora 25 años: “¿Entender a BACH? Usted está loco, BACH no
se puede explicar. (…) Es muy difícil comprender el misterio de BACH, su atracción
irresistible. BACH es serenidad, es emoción, es inteligencia, es arquitectura,
es todo esto y mucho más. No sé verdaderamente cómo explicarlo. BACH ponía en
música una visión penetrante del mundo. Estudiando la época y las partituras
musicales se puede enriquecer algo su comprensión, pero no es suficiente. BACH
es un milagro.”
Como dicen otros más versados en asuntos de milagros: “No te
empeñes en entenderlo, siéntate y disfrútalo.”
LUIS JONÁS VEGAS VELASCO.
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