Era el seis de abril de 2008. Aquella mañana, de cálido y
radiante domingo, me presenté en los Estudios de Radio Gredos Sur, portando tan
sólo un disco de Música, no podía ser de otra manera, Juan Sebastián BACH; mis
someros conocimientos en la materia y, eso sí, una caja enorme, repleta hasta
los topes, de ilusión por disfrutar, y a la par hacer disfrutar, a todo el que
lo creyera conveniente, poniendo encima de la mesa la pasión que siento por la Música Clásica.
Por aquel entonces, yo no conocía a nadie. Aún recuerdo,
ahora con gran afecto, la cara que pusieron las dos personas que me recibieron,
y que de manera respetuosa primero, y algo incrédula después, escucharon la
exposición que de mi proyecto hacía.
-¿Cuándo estás dispuesto a comenzar?
-Ahora mismo si os parece bien.
-Pero…¿Así, sin papeles?
Aún hoy, tantos y tantos domingos después, creo que lo que
más sigue llamando la atención de todos los que conocen CONTRAPUNTO, es que se
sigue haciendo sin papeles.
Efectivamente, habrá quien diga que somos unos perfectos indocumentados. Y, mirándolo con rigor,
puede que no les falte razón. Pero es que, sinceramente, cuando se habla desde
la pasión, cualquier tipo de dato escrito previamente, no hace sino poner
limitaciones.
Porque es que, como dijo MOZART, lo que diferencia al
músico, del hacedor de pasteles, es que La Música no es más que la traducción
ordenada de un impulso mágico, que nace en el corazón. La Música, y en especial
la Clásica, se yergue austera, aunque no por ello carente de elegancia, para
institucionalizarse, en estos momentos de tensa espera, en uno de los baluartes
en los que la cada vez más deteriorada condición humana, puede guarecerse.
La Música es, el último a la par que por excelencia,
elemento capaz de unificar las dos condiciones que separan, de manera
constitutiva, la propia condición del Hombre. Por un lado, la Música amansa a
las fieras. Se manifiesta en sus efectos como el más firme y eficaz bálsamo
capaz como pocos de curar las heridas del espíritu. Es así, en consecuencia,
uno de los instrumentos más eficaces que existen para alcanzar con éxito los
recovecos existenciales de la componente metafísica de nuestro ser. Por otro
lado, la Música se manifiesta continuamente, a la par que en todas las épocas,
como uno de los instrumentos más capacitados que se conocen para lograr la
relajación física del Hombre.
Históricamente, forma parte desde el principio de los
Tiempos conceptuales, es decir desde que el Hombre dejó de transitar por los
insospechados paisajes del mito, para
hacerlo por los certeros caminos del logos,
de todos y cada uno de los elementos
fundamentales de Educación. Nadie dudó jamás de que un Hombre Culto ha de tener, de manera incuestionable, nociones de
Música.
Sin embargo, tal y como suele pasar con muchas cosas,
semejante concepto fue malintencionadamente pervertido. Lo que en un principio
se mostró como una de las herramientas más eficaces de cara a promover el
desarrollo íntegro del Hombre, al tocar todos y cada uno de los planos
epistemológicos del mismo, a saber, moral, ética, conducta y ego; la Música
acabó convirtiéndose, en un elemento de separación.
Como toda realidad humana, se halla sometida a los criterios
cuando no antojos de su creador, en este caso, el propio Hombre. Por ello, una
vez que la Música se encontró junto al Ser Humano, inmersa en los criterios de
segregación que éste impuso, se convirtió en un instrumento más, encargado de
promover cuando no de manifestar, la diferencia de categoría social. A partir de ese momento, cuando el conocimiento
de la Música, o incluso su abierto disfrute, se convierte en motivo de
análisis, se lleva a cabo uno de los ejercicios más deshumanizadores que el
propio Ser Humano puede llevar a cabo.
Afortunadamente, el triunfo definitivo de las libertades en
la práctica totalidad del mundo
desarrollado, ha permitido la paulatina desvinculación de La Música
respecto de semejante tipo de conceptualizaciones. Así, la manifestación
musical es hoy sinónimo de comportamiento humano. La progresiva evolución del
sistema, ha corrido paralela a la evolución que, desde el grito primario, ha consolidado la inseparable relación hoy por hoy
y de manera ineludible, resulta existente entre Música, y Ser Humano. La forma de conseguirlo, evidente. La
Educación única manera de consolidar de manera plena, todos y cada uno de los
componentes que conforman un ser humano
pleno, ha encontrado en la Música un aliado inestimable.
Porque la Música es eso. Plenitud, satisfacción, ilusión,
pasión, virtud. Expresión de deseos, de sueños, de miedos y esperanzas. Es en
definitiva, la máxima capacidad de creación extraordinaria de la que puede
hacer gala el Ser Humano.
Y para mí, cuatro años después, ha supuesto igualmente, la
sorpresa, siempre maravillosa, de encontrar un grupo de personas maravillosas
que, de manera desinteresada, me han hecho sentirme siempre como en casa, a la
par que me facultaban para desarrollar la que constituye una de mis mayores
pasiones, la de disfrutar, dando a conocer, algunas de las que son las más hermosas creaciones del Ser Humano.
¿Me acompañáis un día
más?
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
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