De nuevo, diez de julio. Otra vez, como es lo que tiene aquello de lo periódico de nuestro calendario, hemos de enfrentarnos con nuestros fantasmas, aunque en este caso se correspondan con uno de los más importantes y a la sazón interesantes que
Además, puede que por aquello ya conocido de que la lucha contra un enemigo común bien puede unir a enemigos hasta ese momento irreconciliables; sea por lo que nada ni nadie, se atreva a cuestionar la valía histórica de la figura de Rodrigo DÍAZ DE VIVAR, EL CID. En definitiva, el lograr el hito histórico de recoger bajo su capaz heroicidades de las que se sienten orgullosos las los Españas, bien merece un reconocimiento. Ahora ya sí, sin duda alguna, este hombre es definitivamente capaz de lograr victorias después de muerto.
Amigo personal del que estaba destinado a ser Sancho II, asciende a la condición de alférez a los 23 años, después de vencer en duelo personal a aquél que hasta ese momento había ostentado semejante cargo en Navarro. Sus continuas muestras de valor, unidas a su excelente capacidad para el mando, la dirección, y la correcta distribución del poder entre una población, la castellana, poco habituada a la Justicia en las Retribuciones, pronto le llevaron a ostentar el sobre nombre de Mio Sidi, a saber, “Mi Señor”.
Como igualmente suele ocurrir en estos casos, el aumento en la popularidad, conlleva el incremento proporcional en la nómina de enemigos de los que es necesario protegerse. Y en el caso de EL CID, esta, además de numerosa, está poblada de personalidades evidentemente emergentes dentro del continuo de vaivenes que el periodo de Reconquista tiene para con los cargos, las personas, y las injusticias que a menudo sobre estas se tienden.
Así, a la muerte en extrañas circunstancias del REY SANCHO II, es a Rodrigo, en su condición de Alférez a quien le toca personalmente recoger el juramento que ha de emitir ALFONSO VI. En el mismo se otorga que él mismo, a la sazón el nuevo Rey, no ha tenido nada que ver en la muerte de su hermano, anterior Rey. El hecho no tiene parangón, acaece en la Iglesia de SANTA MARÍA DE GADEA, y se convierte en el punto definitivo del declive a todos los efectos de la figura de El Cid.
El nuevo Rey, identifica en la figura de su vasallo, la personalización de todas sus penas. A saber, no es capaz de coordinar operaciones ni estratégicas, ni de campo. No se ha caracterizado nunca por su especial valor en combate, y además carece de cualquier habilidad en el terreno de la Política y la Diplomacia, hecho este que le supone un gravísimo problema en tanto que esas artes, las cuales eran perfectamente dominadas por Rodrigo, son hoy el arma definitivo a la hora de obtener rentas, subvenciones y mesnadas, procedan estas de iguales, o de vasallos. Y las arcas del reino se debilitan, bien por los elevados costes que la ya denominada Santa Cruzada contra el Musulmán, o por los gastos que tiene proteger el reino de los ataques y escarceos que desde León se mandan, en un intento claro de desestabilizar la corona.
En menos de un año, El Cid se hace señor de los reinos de Lérida, Tortosa, Valencia, Denia, así como de los ya citados Albarracín y Alpuente. Su conocimiento de las leyes le conduce, en su condición de Señor de Valencia, a poner en marcha un equilibrado sistema de legislación que le permite por ejemplo, restaurar el cristianismo en la ciudad, a la par que tuvo la visión de renovar la Mezquita a los musulmanes.
Los logros del Cid como administrador y gobernante de su ciudad son envidiados por propios, como puede ser el mismísimo Rey Alfonso VI, como el sobrino de YUSUF, quien se presenta en las puertas de la ciudad con 150.000 hombres, dispuesto enteramente a hacerla suya. No sólo no lo consigue, sino que el triunfo estratégico logrado por El Cid le lleva a aumentar exponencialmente tanto su fama, como las arcas de su reino, regadas en este caso con el ingente botín arrebatado al moro.
Luis Jonás VEGAS VELASCO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario